BREVE INTRODUCCIÓN A LAS CIENCIAS Y LAS TECNOLOGÍAS:

La aventura del conocimiento y la creatividad.

La ciencia es nuestro fundamento. No negamos la utilidad de otras formas de conocimiento; no somos fundamentalistas; pero apostamos por la razonable seguridad que ofrece el método científico: No dar por válido nada que no haya sido suficientemente probado y revisar cuanto haya que revisar cuando se disponga de datos nuevos.

1: Desde lo abstracto.

La lógica es la ciencia del método, estudia la forma de organizar conceptos para construir razonamientos impecables, de forma que las posibilidades de error queden reducidas al mínimo. Situada también en el terreno de lo abstracto, la matemática sigue las reglas de la lógica para contruir modelos teóricos mediante sistemas de conjuntos, números y estructuras geométricas, que puedan ser aplicados a todo tipo de situaciones y procesos, tanto para estudiarlos como para intervenir en ellos obteniendo resultados previsibles.

2: El universo observable.

La física es la más básica de todas las ciencias que estudian la realidad; o “la naturaleza”, como también podríamos decir; y la que más ámbito abarca: Todo el universo observable y todos los objetos que este contiene… Sus conceptos básicos son la masa; o cantidad de materia; y la posición en el espacio-tiempo. A partir de estos dos se definen otros como la fuerza y la energía. Esta última, sus fuentes, flujos y almacenes, son objeto de estudio de una de las ramas más importantes de la física: La termodinámica.

En física podemos distinguir tres grandes teorías. La más antigua; llamada por ello mecánica clásica; se desarrolló observando y manipulando nuestro entorno próximo, dentro del cual sigue teniendo plena utilidad, pero fracasa estrepitosamente a la hora de describir lo que pasa con masas descomunales, en dilatadísimos espacios y a enormes velocidades. Albert Einstein subsanó estas deficiencias formulando la teoría de la relatividad; fundamento de la mecánica relativista; que a pesar de lo que su nombre parece indicar gira entorno a una constante absoluta, válida para todo el universo observable y observada desde toda posición: La velocidad de la luz y otras radiaciones electromagnéticas en el vacío.

Otro campo en el que la mecánica clásica necesitó correcciones fue en el de los tamaños extremadamente pequeños: Al estudiar la estructura íntima de los objetos físicos, se alcanzó la conclusión de que están formados por un número limitado de partículas elementales: Los quantum, o cuantos, y se constataron grandes limitaciones a la hora de estudiar estos últimos, de forma que la mecánica cuántica; obra colectiva de varios físicos teóricos; ha de moverse entre márgenes de probabilidad, asumiendo la indeterminación como condición permanente… Esto ha dado pie a interesantes metáforas, pero también a extrapolaciones absurdas, que pretenden apoyar en “el universo cuántico” todo tipo de extravagancias.

La electricidad y la química son dos ramas de la física cuyos grandes progresos ocurrieron mucho antes de que fuera descrito el electrón. Y resulta que esta es la partícula elemental que más determina los procesos que ambas ciencias estudian. Es decir, respectivamente, las cargas y corrientes eléctricas, y las combinaciones de materiales simples para formar otros más complejos…

Aun así, tanto la electricidad como la química avanzaron a ritmo razonable, construyeron muy pronto teorías que en general han sido convalidados por la mecánica cuántica, y ya desde el principio sirvieron para diseñar aparatos y procedimientos que funcionan de forma satisfactoria. Valga esto para mostrar tanto el enorme potencial del método científico, como el error que puede suponer negarse a estudiar algún fenómeno por que no se conozcan bien sus mecanismos fundamentales.

La rama más generalista y ensambladora de la física es la cosmofísica; o la astrofísica a niveles más concretos; cuyo más apasionado divulgador, Carl Sagan, se empeñó en que la gente se fascinara por los asuntos de los planetas, las estrellas y, de paso, por el método científico. No podemos decir que tales objetivos hayan sido cubiertos por completo, y parece que la mejor forma de honrar la memoria de dicho autor es continuar su trabajo.

3: Los organismos vivos.

La ecología se define tradicionalmente como la ciencia que estudia las relaciones de los organismos vivos entre sí y con su entorno. Una definición más moderna nos la presenta como la ciencia que estudia los ecosistemas, es decir: Aquellos sistemas que cuentan entre sus componentes con organismos vivos. Estos últimos son; o mejor dicho, somos; el objeto de estudio de la biología.

Para que la ecología se desarrollara plenamente, hizo falta que antes lo hicieran otras ramas de la biología, como la anatomía; que describe la estructura de los organismos vivos; la fisiología; que se ocupa de su funcionamiento; la taxonomía; que se dedica a compararlos y clasificarlos; y la bioquímica y la genética, que estudian los compuestos y procesos químicos complejos que constituyen y dan forma a los organismos vivos.

La teoría de la evolución; cuyos fundamentos formuló Charles Darwin para explicar la forma en que los organismos vivos cambian con el paso del tiempo; merece mención especial al estar en el centro de una polémica persistente, que la enfrenta a diversas corrientes religiosas. Para estas los organismos vivos, y especialmente los seres humanos, somos resultado de la intervención de “seres superiores”, cuya existencia no puede ser probada, y que de momento no son necesarios para explicar ni la evolución, ni ningún otro asunto relacionado con organismos vivos o con el resto del universo observable.

Como sucediera con la electricidad y la química, la biología evolutiva empezó a desarrollarse mucho antes que lo hicieran la ecología y la genética, que resultan fundamentales para explicar los mecanismos y procesos evolutivos de los organismos vivos. Y como en el otro caso, el desarrollo de estas dos ciencias ha convalidado en lo fundamental las teorías evolucionistas clásicas, a la vez que las ha completado y les ha aportado gran cantidad de matices y precisiones.

4: La especie humana.

La antropología es la ciencia que estudia a la especie humana. Suele dividirse en dos grandes ramas: La antropología física, centrada en los aspectos biológicos, y la antropología social, que se ocupa de las sociedades humanas e incluye la antropología cultural, la sociología, la lingüística, la mitología, la historia y la geografía humana, entre algunas otras disciplinas.

Una subdivisión transversal de la antropología, que toca tanto aspectos biológicos como socioculturales, es la paleoantropología. Esta investiga nuestros orígenes como especie estudiando a los otros miembros de nuestro grupo zoológico; tanto fósiles como vivientes; para establecer comparaciones y reconstruir así nuestro proceso evolutivo. Transversal es también la psicología, que estudia nuestro comportamiento tanto a escala individual como social.

5: Aplicaciones prácticas.

Llamamos técnicas; o tecnologías; a las aplicaciones prácticas que hacemos de las ciencias siguiendo también, en la medida de lo posible, el método científico. Cada ciencia genera una o varias disciplinas tecnológicas, que a su vez suelen apoyarse en alguna otra ciencia: Así, por ejemplo, la programación informática es aplicación directa de la lógica y la matemática. La física ha producido múltiples tecnologías como la diversas mecánicas de aplicación, la electrónica, la arquitectura y otras muchas ingenierías. Entre ellas destaca por su repercusión y trascendencia la cibernética, que se ocupa de los ordenadores y de las técnicas de computación.

De la biología derivan entre otras tecnologías la medicina; que también tiene, o debería tener, un fuerte soporte en la antropología cultural. También en la biología se fundamentan la veterinaria o medicina animal, la agronomía y la zootecnia; ocupadas ambas en incrementar la producción agroganadera; y la ingeniería genética; que manipula los genes para modificar las características de plantas y animales. La antropología, por su parte, ha generado técnicas de intervención sociocultural a los más diversos niveles y con la más amplia variedad de propósitos…

6: La síntesis del conocimiento.

La proliferación de ramificaciones ha ido convirtiendo al conjunto de ciencias y técnicas en un complejo laberinto a medida que todas ellas se han ido desarrollando: Hay, en cada rama o subrrama concreta, vocabularios distintos para describir hechos que en esencia son lo mismo, o cuyas similitudes permitirían referirse a ellos usando los mismos términos. Así, hacia la mitad del siglo XX, empiezan a surgir movimientos encaminados a llevar a todas las ciencias y técnicas hacia a un mismo vocabulario y una misma referencia teórica. Y así nace la teoría de los sistemas generales, conocida en el ámbito hispano como teoría general de sistemas, o TGS.

El propósito de la TGS es estudiar los sistemas, y a estos los define como objetos que puedan ser descritos en términos de estructura y función; o funcionamiento; es decir: La práctica totalidad de lo que contiene el universo observable, a la vez que multitud de entidades  teóricas, abstractas e imaginarias… La función de un sistema resulta de comparar lo que entra en él con lo que sale; que serán flujos de materia, energía e información cuando hablemos de objetos físicos; mientras que la estructura se refiere a las piezas que lo constituyen. Salvo escasas excepciones, cada una de estas puede ser, a su vez, considerada como sistema y ser estudiada en términos de función y estructura…

Con una sólida base matemática, la TGS empezó asimilando conceptos de la física; especialmente de la termodinámica; de la cibernética y de la ecología, hasta construir un cuerpo teórico unificado y unificador. Uno de sus más activos y comprometidos divulgadores; Howard Thomas Odum; propuso ya en los años cincuenta, técnicas para simular el funcionamiento de ecosistemas naturales y sociedades humanas mediante sencillos modelos informáticos y electrónicos… Sorprende que, de momento, la TGS no haya conseguido estar presente en todos los ámbitos científicos, técnicos y docentes…

7: La revolución tecnoecológica.

Toda ciencia produce su propia disciplina tecnológica, a medida que la gente va aplicando en la práctica los datos y teorías que dicha ciencia ofrece. Lo primero que aportó la Ecología en este aspecto, fue dejar claro que el desarrollo urbano, agrario e industrial desbocados, atentan contra la estabilidad y el correcto funcionamiento de todo el ecosistema de nuestro planeta, la Biosfera. Y surgió así la filosofía ecologista que, con varias ramas y tendencias, tiene como objetivo intervenir en los procesos socioeconómicos y en las decisiones políticas, para limitar nuestro impacto sobre los ecosistemas.

Otro paso decisivo en el desarrollo de la ecología técnica se produjo cuando esta empezó a elaborar estrategias orientadas a gestionar los recursos naturales de forma duradera, obteniendo a la vez de ellos la máxima productividad. Ha de ser destacada en este aspecto la figura de Ramón Margalef, quien ya en los años sesenta construyó modelos cibernéticos de caladeros de pesca y de otros ecosistemas. Estos trabajos y otros similares permiten, entre otras cosas, hacer compatibles extracción y conservación.

Hacia la mitad del siglo XX, el biólogo japonés Masanobu Fukuoka detectó fallos importantes en las formas tradicionales de cultivar, referidos sobre todo a los efectos destructivos y empobrecedores de la labranza. Y dedicó el resto de su larga vida a experimentar, demostrar y divulgar la superioridad productiva de métodos de cultivo que no remueven el suelo…

En tales experiencias se basó posteriormente Bill Mollison para aplicar la metodología general del diseño a la construcción de paisajes productivos y habitables, con la termodinámica y la ecología como fuentes fundamentales de datos, el apoyo de múltiples disciplinas técnicas y la TGS como telón de fondo. Creó así, en los años setenta, una escuela internacional de ecología técnica; a la que llamó permacultura; cuya influencia crece a medida que el encarecimiento progresivo de la energía pone en crisis cada vez más profunda los sistemas industriales, urbanos y agrarios que se desarrollaron al calor del petróleo barato.

En línea con la voluntad de sus fundadores, habríamos de hacer todo lo necesario para que la permacultura acabe disolviéndose en un área emergente mucho más amplia, de mayor repercusión y análogo contenido, a la que de momento podríamos llamar “la revolución tecnoecológica”. Este es a la vez nuestro objetivo y nuestra hipótesis de trabajo… No sabemos que va a pasar con todo esto, y es posible que sepamos aun menos en un futuro inmediato: Afortunadamente los árboles empiezan a no dejarnos ver el bosque…